¿Es cierto el mito que dice que los bebés prematuros tienen mayor probabilidad de padecer de cólico del lactante?
Algunos embarazos, por motivos de seguridad o por otras circunstancias, deben acabar antes que haya finalizado el término (es decir, llegado a las 37 semanas). Y, desafortunadamente, este hecho puede venir de la mano con algunos riesgos.
Y la respuesta: cómo todo lo que está relacionado con los cólicos: no está muy clara.
Como ya hemos comentado anteriormente, el cólico del lactante se define como un bebé que sufre de episodios de llanto extremo. Habitualmente suele romper en llanto aproximadamente a la misma hora cada día; y mayoritariamente suele ocurrir por la tarde-noche (aunque existen excepciones). Como bien define la clínica Mayo, es una regla de 3: son bebés que lloran más de tres horas al día, más de tres días a la semana y más de tres semanas. Aunque no ha habido mucho avance en encontrar la causa científica del origen del cólico, la Asociación Americana de Embarazo (American Pregnancy Association) ha publicado una serie de razones que podrían afectar en el desarrollo de cólicos.
Una de ellas, un sistema nervioso y digestivo inmaduro. Como los bebés prematuros nacen con anterioridad a la fecha prevista, tienen mayor riesgo a tener un sistema inmaduro. En este caso, tanto la APA como la Clínica Mayo coinciden que, debido a ésta inmadurez, las probabilidades de padecer de cólicos del lactante resultarían mayores también. A la vez, sus sistemas digestivos son más sensibles a cualquier cambio en alimentación, por lo que cualquier cambio en la dieta de la madre (en caso de disfrutar de lactancia materna) o cambio en la leche artificial les afectaría en gran manera.
Otra causa que podría aumentar la probabilidad de padecer de cólicos en los bebés prematuros es la incapacidad de hacer una transición entre períodos de sueño y períodos de alerta. Los Institutos Nacionales de Salud ( National Institutes of Health) realizaron un estudio y encontraron que los bebés prematuros experimentaban periodos de sueño indiferenciado. Lo que esto significa es que estos bebés tenían períodos de sueño más cortos y con un sueño menos intenso. Lo que esto provoca es que dichos bebés se sientan más cansados al final del día. Como consecuencia, éste agotamiento se trasmite mediante el llanto desesperado.
Y, finalmente, si consideramos que estos puntos anteriores podrían provocar llanto. Ahora recibimos la mala noticia que “llanto provoca más llanto”. Nos explicamos. Cuando un bebé está llorando de forma desesperada inhala mucho aire. El aire, provoca gas y malestar en la zona intestinal. Y esto empeora todavía más la situación.
Cualquiera de estos puntos anteriores no sólo puede afectar a bebés prematuros. De hecho, cualquier bebé a término que sufra de éstas condiciones tiene mayor probabilidad de sufrir de cólicos (y muchos lo hacen, por esto un 40% de los bebés los padecen en mayor o menor grado). Sin embargo, los bebés prematuros tienen mayor riesgo a padecerlos. Y éste es la conclusión de estudio de éstas entidades americanas. En este caso, el mito no se desmiente, pero como todo lo relacionado con cólicos hablamos de probabilidades nunca de certeza. Lo que sí que tenemos muy claro es que, en ningún caso, es exclusivo a ellos.
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06/09/2016